¿Cómo entrenaron a los perros de “Hotel para perros”? Detrás de cámaras con los adiestradores

En 2009 se estrenó “

Hotel para perros

”, una comedia familiar que encantó por su ternura, humor y, sobre todo, por el desfile de protagonistas peludos. Con decenas de razas y personalidades caninas en escena, la película sorprendió por lo bien que los perros parecían actuar como si todo fuera parte de una coreografía planeada.

Detrás de ese adorable caos, había un equipo de entrenadores que trabajó durante meses para lograr que los animales brillaran sin perder su esencia. ¿Cómo se entrena a un perro para operar máquinas o conducir carritos? 

En este artículo nos adentramos en el detrás de cámaras para conocer el esfuerzo, las técnicas y los retos de lograr que los perros fueran auténticas estrellas.

Una producción pensada para los perros desde el guión

Antes de que se moviera una sola cámara, los realizadores ya sabían que los perros serían el corazón del film. Por eso, desde la etapa del guión, se diseñaron escenas que permitieran a los animales brillar sin comprometer su bienestar

El director Thor Freudenthal, debutando en cine, insistió en que el enfoque debía ser "perro-céntrico". Esto significaba que cada escena se ajustaría al ritmo natural de los canes y que los efectos especiales se usarían lo mínimo posible. La autenticidad era prioridad.

El guión se modificó varias veces para adaptarse a lo que los entrenadores consideraban factible. Algunas ideas se descartaron porque implicaban demasiado riesgo o complejidad, mientras que otras surgieron directamente de las habilidades que mostraban los perros durante los ensayos. 

Así, el guión no solo guiaba a los actores humanos, sino que también funcionaba como una especie de "libro de instrucciones" para los adiestradores. Esta sinergia entre el departamento de guión y el equipo de animales fue esencial para que todo funcionara como un reloj.

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Hotel para perros  

Más de 70 perros, cada uno con su papel

Una de las primeras decisiones del equipo fue elegir a los perros protagonistas y secundarios. Se seleccionaron más de 70 perros, de distintas razas, tamaños y temperamentos. 

Algunos eran perros entrenados de manera profesional para el cine, otros venían de refugios y algunos más fueron seleccionados por su carisma natural frente a la cámara. Todos pasaron por un proceso de socialización, adaptación al set y entrenamiento específico para sus escenas.

Los personajes principales, como Friday, el perro de los hermanos protagonistas, requerían una gama más amplia de comandos. Friday tenía que reaccionar a emociones humanas, "actuar" en momentos de tristeza, felicidad o euforia y ejecutar acciones complejas como abrir puertas, tirar de cuerdas o sentarse en momentos precisos. 

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Un refugio secreto, una misión perruna y mucho corazón

Para ello, fue necesario que los entrenadores trabajaran con dobles: varios perros interpretaban a Friday, cada uno especializado en una habilidad particular.

El entrenamiento: Refuerzo positivo, paciencia y rutina

El método central para entrenar a los perros fue el refuerzo positivo. Esto implica premiar cada acción correcta con algo que el perro valore: puede ser comida, caricias o un juguete. Bajo ninguna circunstancia se permitió el uso de castigos físicos o gritos. 

El ambiente debía ser lúdico, relajado y predecible para los animales. Los entrenadores se convirtieron en figuras de confianza para cada uno de los perros, lo que permitió establecer una relación sólida que facilitaba el aprendizaje.

El entrenamiento se llevó a cabo durante más de 3 meses antes del inicio del rodaje. Cada perro entrenaba de 2 a 4 horas por día, dependiendo de su nivel de energía y concentración. 

Las sesiones se estructuraban con objetivos específicos: una semana se enfocaba solo en comandos de posición (sentado, echado, quieto), otra en interacción con objetos, otra en movimiento por el set. Además, se incluía siempre un tiempo de juego libre para que los perros no asociaran el entrenamiento con una obligación estricta.

Coreografías caninas: Cómo se montaron las escenas grupales

Uno de los mayores retos fue coordinar las escenas donde varios perros interactúan al mismo tiempo, como la famosa secuencia del comedor automático o la escena en la que todos los perros corren en sincronía dentro del hotel.

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Precisión canina en acción

Para lograr esto, se diseñaron auténticas coreografías, al estilo de un musical, pero con animales. Cada perro tenía una "posición inicial", una "ruta de desplazamiento" y una acción que debía ejecutar.

Los entrenadores se ubicaban estratégicamente fuera de cámara, con señales visuales y sonoras personalizadas para cada perro. Algunas señales eran gestos con las manos, otras eran silbidos específicos. 

Cada perro respondía solo a su entrenador, por lo que la coordinación requería absoluta concentración. Además, cada escena se filmaba en múltiples tomas, combinando los mejores momentos para lograr una secuencia fluida.

Adaptaciones del set para la comodidad y seguridad canina

Todo el diseño del hotel en la película fue construido tomando en cuenta las necesidades físicas y emocionales de los perros

Por ejemplo, los suelos eran antiderrapantes para evitar accidentes, las escaleras tenían alturas seguras para perros de distintas tallas y las áreas de descanso estaban aisladas del ruido del set para que los animales pudieran relajarse entre tomas.

Además, se implementaron estaciones de agua y zonas de sombra en todo el set. Un veterinario y un etólogo animal estaban presentes durante todo el rodaje para asegurarse de que ningún perro estuviera estresado o en riesgo

La producción incluso adaptó los horarios de filmación para que los perros no trabajaran durante las horas más calurosas del día, una medida poco común en la industria.

El rol del CGI: Mínimo pero estratégico

Aunque la mayoría de las escenas se filmaron con perros reales, algunas acciones imposibles o peligrosas se recrearon con ayuda de efectos especiales digitales. Por ejemplo, en la escena donde un perro parece accionar una palanca con la pata para encender una máquina, la palanca fue añadida digitalmente después de que el perro simplemente tocara un punto fijo.

El director insistió en que el CGI solo se usara cuando fuera estrictamente necesario. Esto no solo mantenía la autenticidad de la película, sino que también garantizaba que los perros no fueran forzados a realizar actos antinaturales o inseguros

Esta ética de trabajo fue reconocida por varias asociaciones de bienestar animal, que otorgaron sellos de aprobación a la película.

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Pacientes, atentos y listos para actuar.

Los adiestradores, héroes detrás del lente

El equipo de adiestradores fue liderado por Mark Forbes, un entrenador con décadas de experiencia en cine. Junto a él, trabajaron más de 15 especialistas en comportamiento animal. Cada uno se asignó a un grupo específico de perros, y en los casos de escenas complejas, varios entrenadores colaboraban simultáneamente para mantener el control.

Forbes destacó en entrevistas que lo más difícil no fue enseñar trucos a los perros, sino mantener su motivación a lo largo de las semanas. "Los perros, como los humanos, también se aburren", explicaba. 

Por eso, el equipo rotaba los tipos de entrenamiento, usaba distintos juguetes y fomentaba el juego como forma de aprendizaje constante. La clave era mantener a los perros felices y relajados, porque un perro estresado no puede actuar.

Anécdotas del set, travesuras y momentos inolvidables

El rodaje no estuvo exento de situaciones inesperadas. Uno de los perros, un labrador llamado Cooper, se volvió famoso en el set por escaparse constantemente durante las escenas de grupo. 

A veces terminaba apareciendo en el fondo de escenas en las que no debía estar y hubo que repetir tomas enteras por su culpa. Sin embargo, su carisma fue tan grande que el director terminó dándole más tiempo en pantalla.

Otro caso curioso fue el de una perrita mestiza que no respondía a los comandos durante los ensayos, pero en cuanto empezaron a filmar, ejecutaba sus escenas a la perfección como si supiera que estaba siendo grabada. 

Los entrenadores bromeaban diciendo que “tenía alma de actriz”. Estos momentos no solo aliviaban la presión del rodaje, sino que creaban un ambiente familiar y divertido entre el equipo.

¿Qué pasó con los perros después del rodaje?

Muchos de los perros que participaron en “Hotel para perros” fueron adoptados por miembros del equipo de producción o por familias que seguían el proyecto. Los entrenadores también se quedaron con algunos de ellos. 

En varios casos, se organizaron eventos de adopción como parte de la promoción del film, logrando que el mensaje de la película se extendiera más allá de la pantalla.

Los perros entrenados profesionalmente regresaron a sus hogares habituales o continuaron trabajando en otras producciones. 

Sin embargo, el vínculo creado durante “Hotel para perros” fue tan fuerte que muchos de los entrenadores confesaron haber llorado el último día de rodaje. Los perros, por su parte, parecían disfrutar la atención y los mimos más que cualquier actor humano.

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Un final en equipo

El legado de “Hotel para perros” en el cine familiar

“Hotel para perros” no solo fue un éxito de taquilla, también dejó huella en la forma en que Hollywood trata a los animales en el cine. Su enfoque ético, su transparencia y su dedicación al bienestar canino sirvieron como ejemplo para futuras producciones. 

Muchos estudios comenzaron a adoptar prácticas similares y se popularizó la idea de trabajar con entrenadores que priorizaran el refuerzo positivo.

La película también inspiró a muchas familias a adoptar perros y generó campañas de apoyo a refugios. En este sentido, “Hotel para perros” trascendió su papel como entretenimiento infantil y se convirtió en una pequeña revolución canina dentro de la industria. Detrás de cada ladrido y travesura en pantalla, había horas de amor, paciencia y compromiso humano.

Conclusión

“Hotel para perros” no sería lo que es sin el trabajo invisible y titánico de los entrenadores. Ellos convirtieron a un grupo diverso de perros en verdaderos actores, capaces de emocionar y hacer reír a millones. 

Gracias a una ética de trabajo respetuosa y a métodos centrados en el bienestar, lograron algo que parecía imposible: que los animales no solo siguieran instrucciones, sino que pareciera que disfrutaban cada escena.

Verla es, también, un homenaje a quienes creen que el cine se puede hacer con respeto, empatía y una buena dosis de croquetas. ¿Te gustaría que hicieran una secuela? A nosotros, también.