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The Martian” (2015) es una de esas películas de ciencia ficción que parece increíblemente realista a primera vista. Esta historia de supervivencia en Marte fue aplaudida por su enfoque científico y por retratar con verosimilitud el trabajo de la NASA.
Sin embargo, incluso las películas mejor fundamentadas se toman licencias creativas. Y en este caso, algunas cosas simplemente no podrían pasar... al menos con la ciencia actual.
En este artículo, analizamos la cinta desde una mirada crítica y científica. Exploramos qué elementos del film están bien respaldados y cuáles, definitivamente, caen en el terreno de la ciencia ficción pura.

The Martian
¿Qué géneros están presentes “The Martian”?
Aunque muchos la ubican directamente como una película de ciencia ficción, “The Martian” es en realidad un híbrido narrativo que combina varios géneros con soltura. Tiene una base firme en la ciencia ficción dura, sí, pero también se apoya en el drama de supervivencia, el cine de aventuras y hasta elementos de comedia.
Lo interesante es cómo equilibra todos estos tonos sin perder coherencia, algo que Ridley Scott dirige con maestría. La historia de Mark Watney atrapado en Marte podría haberse vuelto agobiante o fatalista, pero el tono ligero y optimista de su protagonista la aleja de la desesperación típica del drama espacial.
Ese enfoque híbrido le permitió conectar con audiencias más amplias que las del nicho típico de la ciencia ficción. La comedia, presente en los monólogos sarcásticos de Watney, funciona no solo como alivio, sino como motor emocional que lo mantiene humano frente al aislamiento.
Al mismo tiempo, el rigor científico y los dilemas técnicos le dan suficiente peso como para ser tomada en serio por aficionados a la ciencia. El resultado es una historia que se mueve cómodamente entre géneros y consigue emocionar sin recurrir al melodrama, lo que no es común en el cine espacial moderno.
La cinematografía de “The Martian”
Una de las virtudes más reconocidas de “The Martian” es su cinematografía, que logra hacer que el planeta rojo se sienta tan bello como hostil. El encargado de esa tarea fue el director de fotografía Dariusz Wolski, habitual colaborador de Ridley Scott. Desde las primeras tomas, la película se diferencia del típico filtro oscuro o azuloso de muchas películas espaciales.
Aquí todo está bañado de tonos cálidos, ocres y rojizos que evocan el polvo marciano, pero con una textura clara y nítida que transmite realismo y poesía al mismo tiempo. El desierto de Wadi Rum, en Jordania, sirvió como locación física para simular Marte, su aprovechamiento visual fue clave para darle autenticidad.
Lo más destacable es cómo la cinta evita caer en el exceso digital. Aunque tiene efectos visuales muy logrados, la película nunca luce artificial. La cámara muchas veces se mueve con naturalidad, como si estuviera documentando una misión real, y eso refuerza la credibilidad.
Los planos amplios del paisaje marciano transmiten soledad, pero también invitan a contemplar, algo que remite al 2001 de “Kubrick”, mientras que los interiores están tratados con una luz funcional que refleja las condiciones reales de trabajo en una misión espacial.
La tormenta marciana del inicio
La historia comienza con una poderosa tormenta de polvo que obliga a la tripulación a evacuar y deja a Mark Watney varado en Marte. Aunque esta escena es emocionante y tensa, es también el primer gran desliz científico de la película.
Las tormentas marcianas existen, sí, y pueden cubrir grandes extensiones del planeta, pero no tienen la fuerza suficiente para causar el daño que se muestra en la cinta.
La atmósfera de Marte es muy delgada, apenas el 1% de la densidad de la Tierra. Esto significa que los vientos, aunque veloces, tienen poca masa y por lo tanto poca fuerza para levantar estructuras o tumbar antenas como ocurre en la película. En la vida real, una tormenta así no habría obligado a evacuar ni habría lanzado objetos de ese tamaño con tal violencia.

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Cultivar papas en suelo marciano
Uno de los momentos más celebrados de “The Martian” es cuando Watney decide cultivar papas usando suelo marciano, fertilizante (sus propias heces) y agua producida de manera casera.
Esta parte está más cerca de la realidad, aunque con algunos matices importantes. La idea de usar suelo marciano para cultivo ha sido explorada en simulaciones terrestres con cierto éxito.
No obstante, el suelo marciano contiene percloratos, sustancias tóxicas para los humanos, que tendrían que ser tratados antes de permitir el cultivo. Además, la película simplifica el proceso de generación de agua a través de reacciones químicas peligrosas, que en condiciones reales podrían explotar si no se controlan bien.
Aunque no imposible, todo el proceso sería mucho más complejo y arriesgado de lo que se muestra.

El generador de hidrógeno y la creación de agua
Cuando Watney quema hidrógeno para producir agua, lo hace en un ambiente relativamente controlado dentro del Hábitat (Hab). Esta reacción es técnicamente posible: hidrógeno más oxígeno produce agua. Pero manejar hidrógeno libre en un ambiente cerrado es extremadamente riesgoso. Es altamente inflamable y puede explotar con una simple chispa.
En la película, hay una escena en la que efectivamente ocurre una explosión, pero la escala del riesgo es mucho mayor en la vida real. Sin un sistema de monitoreo y control muy preciso, un error en la mezcla de gases podría haber destruido todo el Hábitat.
La película lo presenta de forma simplificada y hasta cómica, cuando en realidad sería una de las operaciones más peligrosas que se podrían realizar en Marte.

La gravedad de Marte, una omisión constante
Uno de los detalles que más pasa desapercibido en la película es la gravedad marciana. En Marte, la gravedad es aproximadamente un 38% de la terrestre.
Eso significa que las personas deberían moverse de forma más ligera, con saltos más largos y una marcha más flotante. Sin embargo, por razones prácticas de producción, los personajes se mueven como si estuvieran en la Tierra.
Esta omisión tiene un impacto menor en la narrativa, pero es importante desde una perspectiva científica. Las acciones físicas, como caminar, levantar objetos o correr, se verían afectadas por esta diferencia. Es una licencia que muchas películas se toman, pero que aquí se siente un poco fuera de lugar dado el esfuerzo general por ser científicamente precisa.
Comunicación con la NASA
Cuando Watney logra comunicarse con la NASA usando la Pathfinder, la película entra en un terreno bastante realista. Recuperar un equipo antiguo para restablecer contacto es una idea brillante y técnicamente factible. La sonda Pathfinder sí existió y fue enviada a Marte en 1997. Y en teoría, si aún funcionara, podría ser utilizada para enviar señales.
El problema está en la velocidad de la comunicación. La película representa de forma bastante ajustada los tiempos de demora (entre 4 y 24 minutos de ida y vuelta), pero exagera un poco en la fluidez de la conversación.
En la vida real, los mensajes no podrían fluir como un chat en vivo y la interpretación de códigos binarios llevaría bastante más tiempo del que se muestra.
La órbita y el rescate final: Un ballet orbital muy preciso... ¿demasiado?
El clímax de la película muestra a la tripulación realizando una maniobra de rescate extremadamente compleja, usando la gravedad de la Tierra para regresar a Marte.
Aunque la mecánica orbital de este tipo de maniobras es real, el nivel de precisión necesario para que todo ocurra como en la película es prácticamente imposible de lograr sin decenas de cálculos adicionales y muchos más recursos.
Además, la escena final en la que Watney se impulsa usando una válvula abierta como si fuera un Iron Man marciano tiene tintes de comedia científica.
Aunque el principio de acción-reacción está bien planteado, la posibilidad de controlarse de forma precisa usando solo el gas que escapa por una mano es muy remota. Es un cierre emocionante, pero claramente más ficción que ciencia.

El diseño del Hábitat y los trajes espaciales
Un punto positivo para “The Martian” es el diseño de sus escenarios y tecnología. El Hábitat, los vehículos y los trajes espaciales están inspirados en diseños reales de la NASA y otras agencias espaciales.
Si bien algunos elementos fueron adaptados para efectos dramáticos, en general, el aspecto visual y técnico de estos elementos es uno de los más fieles de cualquier película del género.
Eso sí, se omiten ciertos detalles como la despresurización al salir al exterior o los efectos acumulativos de la radiación solar en Marte, que serían preocupaciones reales en una misión de larga duración. La cinta opta por enfocarse más en los desafíos inmediatos, dejando de lado algunos riesgos latentes.
Radiación solar y protección, el gran ausente
Uno de los elementos más importantes (y ausentes) en la película es la radiación solar.
Marte no tiene un campo magnético como la Tierra ni una atmósfera gruesa que lo proteja, lo que significa que un astronauta en la superficie estaría constantemente expuesto a radiación peligrosa. En la cinta, Watney pasa más de 500 días en Marte, pero no se aborda en ningún momento el impacto de la radiación.
Esto es una omisión significativa. En una misión real, los astronautas tendrían que pasar la mayor parte del tiempo en áreas protegidas y limitar su exposición al exterior. Las caminatas prolongadas como las que realiza Watney serían peligrosísimas sin una protección especial. En este aspecto, “The Martian” sacrifica precisión por narrativa.

Psicología y salud mental
Un aspecto que muchos expertos han señalado es el tratamiento de la salud mental. Watney está completamente solo en un entorno hostil durante más de un año, pero mantiene una actitud optimista y resiliente la mayor parte del tiempo. Si bien esto lo convierte en un protagonista carismático, no refleja con realismo el impacto psicológico que tendría una situación así.
El aislamiento prolongado, la incertidumbre sobre la supervivencia y la imposibilidad de contacto humano podrían causar depresión severa, paranoia o ansiedad. Si bien la película hace algunos guiños a estos efectos, los minimiza en favor del tono positivo. Es una elección narrativa válida, pero poco realista.
Conclusión
“The Martian” es una película que se esfuerza notablemente por ser científicamente precisa y en muchos aspectos lo logra. Su retrato de la vida en Marte, los procedimientos de la NASA y los desafíos técnicos son más rigurosos que los de la mayoría de las películas de ciencia ficción.
Pero también es una obra de ficción, y como tal, toma licencias creativas que no siempre coinciden con la realidad científica. Desde tormentas imposibles hasta riesgos de radiación ignorados, hay varios elementos que no podrían pasar en el mundo real.
Sin embargo, el balance entre exactitud y narrativa logra transmitir una visión inspiradora de lo que podría ser una misión humana a Marte. Y eso, en sí mismo, ya es un gran logro.