Ron Burgundy (Will Ferrell) es una leyenda de la comedia moderna. Con su voz grave, su ego desbordado y su devoción al whisky escocés, este presentador ficticio de la película “
Anchorman” conquistó al público desde su primera aparición en 2004.
Pero cuando la secuela llegó 9 años después, muchos se preguntaron si todavía tenía algo nuevo que decir. ¿Fue una continuación digna o un intento desesperado por replicar un clásico?
En este artículo, comparamos “Anchorman” y “Anchorman 2” a fondo, explorando lo que las une, lo que las separa y por qué ambas siguen generando carcajadas (y debate).

Anchorman
¿Cómo nació la leyenda de Ron Burgundy?
“Anchorman: The legend of Ron Burgundy” irrumpió en el panorama de la comedia en 2004 como un homenaje descabellado y brillante a la televisión local de los años setenta.
Con Will Ferrell al frente, la cinta introdujo sátira, improvisación y una galería de personajes tan excéntricos como entrañables. En una era donde el humor aún estaba anclado a lo convencional, “Anchorman” fue una bocanada de caos elegante.

Ron al frente del noticiero
Su impacto fue inmediato: la película se volvió de culto, sus frases se viralizaron mucho antes de que existieran los memes y el elenco (Ferrell, Carell, Rudd, Applegate) dio el salto definitivo al estrellato.
La cinta capturó una época con un filtro ridículo, pero honesto. Fue tanto una burla como una carta de amor a una televisión ingenua, machista y profundamente absurda.
El legado fue tal que se volvió inevitable una secuela. Sin embargo, el anuncio de “Anchorman 2: The legend continues” despertó tantas expectativas como dudas. 9 años después, con el mundo del entretenimiento cambiado y un público más cínico, la pregunta no era solo si Burgundy podía regresar… sino si todavía hacía falta.
De los setenta a los ochenta: 2 contextos, 2 sátiras distintas
El primer “Anchorman” se ambienta en el mundo del periodismo de San Diego en los años 70, una época dominada por la masculinidad desbordada, la falta de corrección política y la televisión como espectáculo incipiente.
La cinta toma ese entorno y lo lleva al extremo caricaturesco: desde los peinados exagerados hasta la forma de hablar. Su crítica no es directa, sino que se esconde detrás del absurdo: nos reímos de Ron Burgundy, pero también de la cultura que lo hizo posible.

Equipo reunido en la redacción
En cambio, la segunda parte nos transporta a los años 80, una era marcada por la llegada de las noticias 24 horas y la corporativización de los medios. “Anchorman 2” apunta más alto en su crítica: ya no solo se burla de los presentadores, sino del sistema mediático completo.
Ron Burgundy ya no es solo un bufón narcisista, sino un símbolo de cómo la televisión se convirtió en espectáculo permanente. Esta expansión temática es ambiciosa, aunque no siempre tan efectiva.
¿Humor más refinado o más desatado?
El corazón de ambas películas es su humor y aquí es donde las diferencias se vuelven más notorias.
En “Anchorman”, el humor absurdo está calibrado con una narrativa coherente: cada escena por loca que sea (la pelea entre noticieros, por ejemplo), tiene un propósito y un ritmo. Las frases icónicas (“I’m kind of a big deal”, “Stay classy, San Diego”) no solo hacen reír, también definen personajes.
“Anchorman 2” en cambio, apuesta por una explosión de chistes por minuto. Es más larga, más caótica, más autoconciente. Algunas escenas parecen bocetos de sketch alargados y el nivel de delirio alcanza cotas inesperadas (una batalla de noticieros con minotauros y ovnis, por ejemplo).
Para algunos eso fue genial; para otros, un exceso que rompió el encanto original. Aquí la comedia es más ambiciosa, pero también más despareja.
El desarrollo de personajes
Ron Burgundy es el alma de ambas películas, y en la primera entrega su arco está bien definido: empieza como un ególatra misógino y termina, a su manera, aprendiendo una lección sobre respeto y trabajo en equipo.
Veronica Corningstone (Christina Applegate) es su contraparte ideal: inteligente, ambiciosa y capaz de enfrentarse a la cultura machista del noticiero. El resto del equipo (Brian, Brick, Champ) funcionan como el coro cómico perfecto.

Veronica y Ron fuera del aire
En la secuela, los personajes vuelven con sus respectivas excentricidades, pero ahora con historias más exageradas. Brick (Steve Carell) pasa de ser un secundario hilarante a tener su propia trama romántica con Kristen Wiig, lo que para algunos fue brillante y para otros innecesario.
Ron, por su parte, se enfrenta a su rol como padre, como figura pública y como peón del sistema. Hay desarrollo, sí, pero también un riesgo: en su afán por darles más protagonismo, algunos personajes pierden la frescura que tenían como secundarios.
Improvisación, el alma detrás del caos
Una de las razones por las que “Anchorman” se convirtió en culto es la libertad creativa en el set. Adam McKay y Will Ferrell permitieron que gran parte del guión fuera improvisado, lo que dio lugar a escenas únicas e irrepetibles. Esa espontaneidad es palpable: cada línea parece una ocurrencia del momento y eso conecta con el espectador.

Equipo completo del canal 4
En “Anchorman 2”, este estilo se mantiene pero llevado al extremo. Se filmaron múltiples versiones de cada escena, incluso existe una edición alternativa del film con diálogos totalmente distintos. Aunque eso habla del compromiso con la comedia, también genera cierta fatiga narrativa: el humor deja de sorprender y se vuelve algo predecible por saturación.
Sátira y crítica social más profunda en la secuela
Si bien “Anchorman” se burlaba del machismo, la ignorancia y el culto al ego, su secuela apunta a algo más complejo: cómo los medios manipulan la información, priorizan el espectáculo y generan polarización para captar audiencia.
Ron Burgundy es contratado por un noticiero 24 horas y, sin saberlo, inventa el modelo de “noticias basura” al priorizar lo emocional, lo patriótico y lo escandaloso.
Este giro le da a la película un trasfondo más oscuro. Hay sátira, sí, pero también un mensaje sobre la responsabilidad de los medios en la construcción del discurso público. Algunos críticos consideraron que esta ambición le jugó en contra al tono cómico, mientras que otros celebraron que se animara a dar un paso más allá.
Las frases y momentos que marcaron a cada película
En la primera entrega, las frases se volvieron parte de la cultura pop: “I love scotch”, “I’m in a glass case of emotion”, “60% of the time, it works every time”. Estas líneas no solo son divertidas, son recordadas por millones y se repiten en camisetas, memes y videos.
“Anchorman 2” también tiene momentos memorables, como la escena en la que Ron queda ciego, la aparición del tiburón “Doby” y la mencionada batalla de noticieros. Sin embargo, pocas de sus frases han trascendido con la misma fuerza que las de la primera. Esto puede deberse a que el humor ya no sorprendía tanto, o simplemente a que el contexto cultural era distinto en 2013.
Producción, casting y cameos
Ambas películas tienen repartos estelares. La primera ayudó a consolidar a Ferrell, Carell, Rudd y Applegate como íconos de la comedia. La segunda incorporó aún más estrellas: Harrison Ford, Liam Neeson, Kanye West, Tina Fey, Jim Carrey y hasta Sacha Baron Cohen hacen cameos en la batalla final.
Ese desfile de celebridades le da a “Anchorman 2” un aire de evento, pero también puede sentirse como un exceso innecesario. Mientras que la primera era una joya inesperada, la segunda es un blockbuster autoconsciente. Eso no es necesariamente malo, pero sí cambia la experiencia del espectador.
¿Cuál de las 2 envejeció mejor?
A 20 años del estreno de la primera, “Anchorman” sigue siendo un referente de la comedia absurda. Su estética, sus personajes y su humor siguen vivos gracias a la cultura digital. La secuela, aunque entretenida, no ha dejado el mismo legado. Ha sido vista como una obra que intentó replicar el éxito sin lograr la misma chispa.
Esto no quiere decir que “Anchorman 2” no valga la pena. Tiene escenas brillantes, una crítica aguda y momentos de comedia que pocos logran. Pero su tono más disperso y su afán por ser más grande en todo puede haberle quitado parte del encanto que hizo mágica a la original.
Conclusión: ¿Cuál de las 2 es mejor?
“Anchorman” y “Anchorman 2” son parte de un mismo universo, construido con exageración, sátira y amor por el caos. La primera impactó por su originalidad y precisión cómica; la segunda intentó expandir ese mundo y abordar temas más grandes, con resultados variados.
Ambas tienen méritos, y su valor depende en gran parte de qué tipo de humor uno prefiera: el controlado y sorpresivo de la primera, o el desbocado y ambicioso de la segunda.
No hay una respuesta definitiva sobre cuál es mejor. Lo que está claro es que juntas forman una dupla icónica en la historia del cine cómico. Con su tono, su estilo y su grado de locura, han dejado huella en el género. Y quizás eso es lo más importante: que lograron hacer reír, pensar y, sobre todo, no tomarse nunca demasiado en serio.