La maldición del Oscar: ¿Por qué Tom Hanks no repitió el éxito de “Forest Gump”?

Ganar un Oscar debería ser el punto más alto de una carrera actoral, la consagración definitiva ante el público y la crítica. Pero en Hollywood, a veces ese triunfo viene acompañado de una inesperada consecuencia: las expectativas se disparan y los proyectos futuros se llenan de presión. 

Pocos casos ilustran mejor esta paradoja que el de Tom Hanks, especialmente después de “

Forrest Gump

” (1994). Ésta no solo fue un fenómeno cultural, sino una revolución cinematográfica. Hanks no solo ganó su segundo Oscar consecutivo como Mejor Actor (tras “Philadelphia” en 1993), sino que se convirtió en un ícono global. 

Sin embargo, a pesar de haber protagonizado grandes películas después, nunca volvió a ganar otro Oscar. ¿Se estancó su carrera? ¿Fue víctima de sus propios logros? En este artículo, exploramos a fondo qué ocurrió tras ese momento cumbre y por qué Tom Hanks parece haber caído en una “maldición no oficial”.

rich-text-image

Forrest Gump

Un momento irrepetible: La racha mágica de los 90

Tom Hanks vivió en los 90 un ascenso meteórico que pocos actores pueden igualar. Venía de hacer comedias exitosas como “Big” (1988) o “Turner & Hooch” (1989), pero fue “Philadelphia” la que cambió el tono de su carrera, dándole un lugar entre los grandes actores dramáticos

Su interpretación de un abogado gay enfermo de sida le valió el Oscar y el respeto de toda la industria. Un año después, con “Forrest Gump”, rompió todos los esquemas.

El personaje de Forrest era entrañable, emotivo. Por su parte, la película contaba con historia, tecnología y drama de manera impecable. Fue un fenómeno de taquilla y crítica. 

Ganó 6 premios Oscar, incluido Mejor Película, Director y Actor. La actuación de Hanks fue tan poderosa que parecía marcar el inicio de una carrera aún más estelar. Pero esa cima también se convirtió en una especie de límite.

rich-text-image

Forrest, en plena confesión

¿Qué se entiende por “la maldición del Oscar”?

Aunque no es un concepto formal, en la industria del cine se habla con frecuencia de la “maldición del Oscar” para referirse a actores que, tras ganar la estatuilla, enfrentan una serie de fracasos, escogen papeles poco memorables o simplemente desaparecen del radar de los premios. 

No siempre implica una caída en calidad actoral, sino una desconexión con lo que la Academia considera premiable.

En el caso de Tom Hanks, la maldición fue más sutil: no desapareció, ni eligió papeles desastrosos, pero nunca volvió a tener el mismo nivel de reconocimiento por parte de los Oscar, a pesar de participar en grandes proyectos y mantener una sólida trayectoria. 

Sus actuaciones posteriores, aunque a menudo notables, ya no causaban el mismo impacto. Se volvió, en palabras de muchos, “demasiado bueno como para ser sorprendente”.

Una década de oro, pero sin premios

Después de “Forrest Gump”, Hanks protagonizó una serie de películas exitosas tanto comercial como críticamente. En “Apollo 13” (1995) interpretó al comandante Jim Lovell, ganando el favor del público y de la crítica, aunque fue ignorado en las nominaciones. 

En “

Saving private Ryan

” (1998), su papel como el Capitán Miller fue ampliamente elogiado y recibió una nominación, pero perdió ante Roberto Benigni por “La vida es bella”.

Más adelante, en “

Cast away

” (2000), su interpretación de un náufrago solitario fue impresionante. Hanks bajó de peso, estuvo gran parte del film solo y transmitió una complejidad emocional sin necesidad de diálogos. 

Fue nominado, pero esa vez ganó Russell Crowe por “Gladiator”. Cada actuación fue sólida, pero parecía que la vara con la que se le medía era mucho más alta que la del resto.

rich-text-image

Náufrago

El patrón se repetía: cualquier otra estrella habría ganado otro Oscar con esos papeles, pero Hanks ya no parecía sorprender. Había alcanzado tal nivel de maestría y familiaridad que la Academia, en lugar de premiarlo, simplemente lo aplaudía desde lejos.

¿El problema es que ya no se le ve “retándose”?

Otro factor detrás de esta supuesta “maldición” es la percepción de que Tom Hanks, después de cierto punto, comenzó a elegir papeles menos desafiantes o emocionalmente seguros. 

Si bien ha seguido trabajando con grandes directores y ha mostrado versatilidad, muchos de sus personajes desde los 2000 en adelante tienden a proyectar una imagen de integridad, bondad o estoicismo. Hanks, en cierta forma, se convirtió en un símbolo de decencia, casi como el “padre de América”.

Papeles como los de “

The terminal

” (2004), “Bridge of spies” (2015) o “A beautiful day in the neighborhood” (2019) lo muestran como figuras entrañables, morales, y humanas, pero no necesariamente sorprendentes. 

El reto actoral parece diluirse detrás de su carisma natural. Eso hace que incluso sus mejores interpretaciones no parezcan “transformadoras”, una cualidad que la Academia valora mucho en las actuaciones ganadoras.

rich-text-image

  The terminal  

El peso de su propia imagen

A diferencia de otros actores que buscan alejarse de su arquetipo, Hanks ha consolidado una imagen pública de integridad y profesionalismo que muchas veces se traslada a la pantalla. El público lo adora, pero eso también lo encasilla. Cuando interpreta a personajes “decentes”, no parece estar actuando: parece estar siendo él mismo.

Este fenómeno ha llevado a que la crítica, y posiblemente los votantes del Oscar, lo tomen como un estándar, pero no como una revelación. En otras palabras: Tom Hanks siempre está bien, pero rara vez sorprende. 

Y en una industria que premia la novedad o la transformación radical (como el caso de Daniel Day-Lewis o Charlize Theron), Hanks ha perdido la capacidad de impactar desde lo inesperado.

Cambios en la Academia y nuevas generaciones

Otro punto relevante es que el perfil de los actores que ganan Oscar ha cambiado. A partir de los 2000, la Academia comenzó a premiar interpretaciones más físicas, más oscuras, más comprometidas con la transformación. 

Actores como Sean Penn, Adrien Brody, Matthew McConaughey o Joaquin Phoenix ganaron por papeles complejos, a veces violentos, emocionalmente inestables o extremos.

Hanks, por otro lado, siguió apostando por la contención, el humanismo y la narrativa clásica. Aunque sus personajes son relevantes y sus actuaciones profundas, están más en línea con una tradición actoral que poco a poco fue perdiendo protagonismo frente a interpretaciones más viscerales o disruptivas.

También hay un factor generacional: a medida que nuevos actores y actrices emergen, con estilos distintos, la Academia busca visibilizarlos. Hanks pasó de ser el centro de atención a formar parte del “panteón” de actores legendarios. Y eso, paradójicamente, puede ser un obstáculo para ganar de nuevo: ya no se le premia, se le honra.

¿Un legado más allá del Oscar?

A pesar de no haber ganado otro Oscar desde 1995, Tom Hanks ha mantenido una carrera ejemplar. Ha producido series, dirigido películas, escrito libros y protagonizado filmes que forman parte del imaginario colectivo. Su legado no depende de una estatuilla más.

Películas como “Captain Phillips”, “Sully”, “News of the world” o “Elvis” muestran que Hanks sigue vigente, trabajando con ambición artística. Incluso cuando no es nominado, su presencia garantiza cierto prestigio a cualquier proyecto. Más que un actor competitivo por premios, Hanks se ha convertido en una institución dentro del cine estadounidense.

En ese sentido, podría decirse que “la maldición del Oscar” no lo afectó en términos de carrera, sino en percepción. Dejó de ser el actor que lucha por el reconocimiento y se convirtió en una figura consolidada, respetada y universalmente querida. Su impacto va más allá del palmarés.

¿Por qué no fue nominado por “Captain Phillips” o “Sully”?

Uno de los reclamos más frecuentes de fans y críticos es que la Academia ha ignorado a Tom Hanks incluso en papeles que parecían hechos para la estatuilla. En “Captain Phillips” (2013), Hanks entrega una de sus interpretaciones más intensas, especialmente en la escena final. 

Sin embargo, no fue nominado. Lo mismo ocurrió con “Sully” (2016), donde da vida al piloto que logró un aterrizaje de emergencia en el río Hudson, en un papel lleno de sutilezas emocionales.

Estas omisiones generaron molestia entre sus seguidores y avivaron la teoría de que la Academia ya no lo considera un “candidato fresco”. Se volvió tan consistente, tan confiable, que lo toman por sentado. Lo paradójico es que si otro actor hubiera hecho esos papeles, probablemente sí habría recibido nominaciones.

rich-text-image

 Tom Hanks interpreta  Sully

¿Hay posibilidad de un regreso al Oscar?

Por supuesto. A pesar de no haber ganado otro Oscar en más de 2 décadas, Tom Hanks sigue trabajando y el panorama de la Academia cambia constantemente. Un papel realmente transformador, inesperado o rupturista podría volver a ponerlo en el centro del radar. 

Ya lo hizo Brendan Fraser en 2022, tras años de ausencia. La industria ama las narrativas de regreso y Hanks podría protagonizar una si el proyecto adecuado aparece.

Además, la Academia ha comenzado a diversificarse, incluyendo nuevas voces y perspectivas que quizá vuelvan a valorar a intérpretes clásicos. El cine vive ciclos y Tom Hanks tiene el talento y la experiencia para adaptarse a nuevos desafíos. La “maldición”, si es que existe, no es definitiva.

Línea del tiempo: Tom Hanks después de “Forrest Gump”

Para entender mejor cómo se ha desarrollado la carrera de Tom Hanks después de su momento cumbre con “Forrest Gump”, vale la pena hacer un repaso cronológico de sus trabajos más importantes. A continuación, te mostramos una línea del tiempo con sus películas clave, nominaciones y esos “snubs” en los Oscar que alimentan la teoría de su famosa maldición.

1994 – “Forrest Gump”

  • Gana el Oscar a Mejor Actor (segunda estatuilla consecutiva después de “Philadelphia”).

  • Punto máximo de su carrera a nivel premios y popularidad global.

1995 – “Apollo 13”

  • No nominado al Oscar, aunque la película fue un éxito rotundo y recibió 9 nominaciones (incluida Mejor Película).

  • Muchos consideraron que su trabajo como comandante Lovell merecía otra mención.

1998 – “Saving private Ryan”

  • Nominado a Mejor Actor por el Capitán Miller.

  • Pierde ante Roberto Benigni (“La vida es bella”).

  • Interpretación sobria y poderosa; fue favorito de muchos críticos.

1999 – “The green mile”

  • Ignorado por los Oscar, aunque la película sí fue nominada a Mejor Película.

  • Hanks interpretó al guardia Paul Edgecomb, el enfoque emocional del personaje fue elogiado.

2000 – “Cast away”

  • Nominado a Mejor Actor por su papel como Chuck Noland.

  • Pierde ante Russell Crowe (“Gladiator”).

  • Transformación física y emocional impactante; uno de sus papeles más exigentes.

2002 – “Road to perdition”

  • Ignorado por la Academia, aunque la cinta recibió 6 nominaciones técnicas.

  • Hanks interpretó a un asesino silencioso en busca de redención. Cambio de tono respecto a su imagen habitual.

2004 – “The terminal”

  • No nominado.

  • Interpretación entrañable, aunque considerada más ligera y no “digna de Oscar”.

2006 – “The Da Vinci code”

  • No nominado, aunque fue un fenómeno de taquilla.

  • El inicio de una saga, pero su recepción crítica fue tibia.

2013 – “Captain Phillips”

  • No nominado, pese a elogios generalizados.

  • Su escena final con el trauma post-rescate es considerada una de las más potentes de su carrera.

2015 – “Bridge of spies”

  • No nominado, aunque Mark Rylance sí ganó por Actor de Reparto.

  • Hanks ofrece una interpretación impecable como abogado durante la Guerra Fría.

2016 – “Sully”

  • No nominado.

  • Interpretación contenida y emocional del piloto que salvó a 155 personas. Se consideraba firme candidato.

2019 – “A beautiful day in the neighborhood”

  • Nominado a Mejor Actor de Reparto por interpretar a Fred Rogers.

  • Pierde ante Brad Pitt (“Once upon a time in Hollywood”).

  • Primera nominación en casi 20 años, pero en rol secundario.

2022 – “Elvis”

  • No nominado.

  • Hanks interpretó al coronel Tom Parker. Su actuación dividió a la crítica, con algunos destacándola y otros criticándola como caricaturesca.

Conclusión

La historia de Tom Hanks después de “Forrest Gump” no es una de fracaso ni de decadencia, sino de transformación. Pasó de ser un actor consagrado a convertirse en una figura cultural. La llamada “maldición del Oscar” no lo destruyó, pero sí lo apartó del círculo de premiaciones, en parte por la vara altísima que él mismo construyó.

A veces, el mayor obstáculo de un artista es su propio éxito. Pero si hay alguien que ha demostrado que el prestigio no depende exclusivamente de premios, es Tom Hanks. Su legado no necesita más estatuillas: vive en las historias que ha contado, en la humanidad de sus personajes y en el respeto de generaciones enteras que crecieron con él en la pantalla.