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El diablo viste a la moda” no solo es una película sobre el competitivo mundo de la moda, sino también una historia visualmente rica, donde los outfits juegan un papel importante. Desde el primer minuto, los personajes se visten no solo para impresionar, sino para contar sus historias, reflejar sus emociones y marcar su evolución personal.
La icónica estética de la película ha influido en la moda contemporánea y sigue siendo una fuente constante de inspiración para diseñadores y fanáticos por igual. A lo largo de este artículo, exploramos los mejores outfits de “El diablo viste a la moda”, analizando cómo cada prenda se convierte en un elemento narrativo y simbólico.

El diablo viste a la moda
La moda como personaje principal en “El diablo viste a la moda”
Desde el minuto uno, la moda no es solo un fondo en “El diablo viste a la moda” (2006), sino un personaje más. En una historia ambientada en el universo de una revista de moda ficticia (Runway), la ropa tiene un rol narrativo tan fuerte como el de cualquier diálogo.
No solo viste a los personajes: los define, los transforma y los ubica dentro de una jerarquía visual muy clara.
En este film, cada prenda comunica estatus, evolución personal o control. Andy empieza con ropa informal, ajena al mundo que la rodea. A medida que se adapta, su vestuario cambia con ella, marcando su integración en ese ecosistema elitista.
Miranda, en cambio, ya es la cúspide del estilo: su vestuario no varía mucho, pero su sofisticación nunca deja de imponer.
El impacto cultural del vestuario
“El diablo viste a la moda” es, para muchos, una biblia de estilo. Las imágenes de la película han sido replicadas una y otra vez en editoriales de moda, cuentas de Instagram y hasta pasarelas.
El vestuario no solo marcó época: se volvió aspiracional. De hecho, el guardarropa de Andy fue tan influyente que muchas marcas copiaron sus siluetas y paletas durante los años posteriores al estreno.
El vestuario también es clave para que el público entienda los códigos del mundo que Andy empieza a habitar. No se necesita explicar qué tan poderosa es Miranda si basta con ver su entrada triunfal con un abrigo de alta costura y unos tacones perfectos.
Ese uso visual de la moda como lenguaje narrativo es lo que distingue a esta película de otras comedias dramáticas.
Cómo la moda guía el viaje de Andy
Andy Sachs (Anne Hathaway) comienza la película con un estilo “normal”, incluso anticuado: suéteres holgados, faldas largas, bufandas gruesas, todo en tonos apagados.
Esto la diferencia inmediatamente del resto de los personajes que habitan la redacción de Runway. Pero no solo es estética: es una declaración de principios. Andy no quiere encajar, porque considera que ese mundo es superficial.
Pero la ropa es un arma de doble filo. A medida que comienza a destacar y ser tomada en serio, también empieza a jugar con los códigos de vestimenta del lugar. La transformación no es solo visual, sino emocional: con cada nuevo outfit, Andy se adentra más en un mundo del que luego tendrá que decidir si quiere formar parte.
Su vestuario se vuelve sofisticado, urbano, chic... hasta el último look, en el que retoma parte de su esencia inicial, pero ahora con más intención.
El detrás de escena del estilo
Aunque la película fue escrita y actuada con gran precisión, hay algo que elevó todo el proyecto a otro nivel: su diseño de vestuario.
La responsable de esa transformación fue Patricia Field, reconocida diseñadora de moda y vestuarista de televisión, famosa por su trabajo en “Sex and the city”. Con “El diablo viste a la moda”, Field no solo vistió a los personajes, sino que definió la estética de una generación de fashionistas.
Cada outfit fue cuidadosamente seleccionado para representar estados emocionales, tensiones laborales o jerarquías sociales. Nada es casual en esta película.
Desde los abrigos de corte impecable hasta los zapatos que nunca pasan desapercibidos, todo responde a un diseño narrativo. Y eso fue posible gracias al acceso que Field tuvo a las grandes casas de moda del mundo real.
Patricia Field y el diseño de un ícono de la moda
Patricia Field fue nominada al Óscar por su trabajo en “El diablo viste a la moda” y no es para menos. Su enfoque fue combinar piezas de alta costura con elementos accesibles, creando una mezcla que se sintiera aspiracional pero también tangible.
Andy, por ejemplo, usa Balenciaga y Chanel, pero también jeans ajustados y cinturones anchos que cualquiera podía imitar. El truco estaba en cómo se combinaban las piezas y qué actitud transmitían.
Field declaró en varias entrevistas que quería que el vestuario reflejara la rapidez, elegancia y peligrosidad del mundo de la moda. Por eso las siluetas son tan marcadas, los cortes tan estructurados y los colores tan bien pensados.
La ropa de Miranda Priestly fue diseñada para proyectar control absoluto sin necesidad de levantar la voz. En cambio, la de Andy debía reflejar un descubrimiento, una evolución.
Una anécdota interesante es que Field invirtió parte de su propio dinero para completar el vestuario, ya que el presupuesto asignado no era suficiente para vestir a todos los personajes con prendas de diseñador auténticas.
Ella entendía que, sin ese realismo visual, la película no funcionaría de la misma manera. Gracias a su inversión y sus contactos, muchas casas de moda cedieron prendas especialmente para el rodaje.
Referencias reales del mundo fashion: Vogue, Chanel y más
Si bien “Runway” es una revista ficticia, todo el entorno de la película está inspirado claramente en el mundo real de la alta moda. El personaje de Miranda Priestly fue modelado, al menos en parte, a partir de Anna Wintour, la legendaria editora en jefe de Vogue.
Aunque nunca se ha confirmado oficialmente, hay muchos guiños al estilo, los gestos y la autoridad que Wintour representa en el universo editorial.
Además, la película contó con cameos y colaboraciones de figuras reales del mundo de la moda. Valentino Garavani aparece brevemente en la gala en París y firmas como Chanel, Dolce & Gabbana, Prada, Marc Jacobs y Calvin Klein prestaron ropa y accesorios auténticos.
Esos nombres no son solo etiquetas de lujo: ayudan a crear una atmósfera de verosimilitud. La audiencia puede sentir que este universo es real porque lo es.
Un detalle curioso es que Anna Wintour asistió a la premiere con un vestido completamente distinto a su estilo habitual, como si quisiera marcar distancia con el personaje de Miranda.
De hecho, varias editoras de moda vieron la película con cierto recelo, por lo cerca que parecía estar de su propia realidad. Esa tensión ayudó a aumentar el mito del film, dándole un aire casi documental en ciertos momentos.
La transformación de Andy: Del suéter azul al high fashion
Uno de los momentos más recordados de la película ocurre cuando Miranda le da a Andy una dura lección sobre el "suéter azul".
A primera vista, Andy lleva un suéter color cerúleo que considera simplemente “azul”, sin saber que ese tono es resultado de toda una cadena de decisiones en el sistema de la moda. Esta escena no solo explica cómo funciona la industria, sino que simboliza el inicio de la transformación del personaje.
Su cambio comienza sutilmente pero de gran impacto, con el pelo suelto y planchado, un poco de maquillaje y prendas más entalladas y a la moda, todo asesorado por Niegel. Sus compañeras incluso se sorprenden por sus botas Chanel.

La gran transformación llega tras el famoso fashion montage, donde Patricia Field le coloca looks de Chanel, Dolce & Gabbana y Moschino en secuencia rápida, mostrando su evolución en tiempo récord.
Uno de los mejores atuendos de Andy mientras camina por las calles de Nueva York consta de una boina cuadrillé, gabardina beige ajustada y botas altas de cuero. Es un look que mezcla el estilo clásico francés con una actitud moderna. Esa escena, en cámara lenta, con música de Madonna de fondo, fue tan impactante que muchas revistas la replicaron en editoriales y campañas posteriores.

Miranda Priestly: El poder en siluetas perfectas
Miranda no necesita alzar la voz para imponer respeto. Lo hace con la mirada, con el ritmo de sus pasos y, por supuesto, con sus outfits. Uno de sus looks más emblemáticos es el abrigo blanco con cuello alto de piel, gafas oscuras y guantes de cuero. Es su uniforme de invierno y proyecta frialdad y elegancia impenetrable.

Otro look inolvidable es su aparición en la gala en París, con un vestido de alta costura en clásico negro, un cinto asentuando la cintura y una estola de piel, como una reina en su trono. Este tipo de vestuario es intencional: Miranda es la cima de la pirámide, y su ropa nunca debe parecer improvisada.

Su guardarropa no solo habla de moda, habla de estrategia. Usa prendas estructuradas que afinan sus líneas, cortes asimétricos que proyectan dinamismo y texturas ricas que imponen presencia.
Patricia Field reveló que la inspiración para los outfits de Miranda venía en parte de grandes editoras reales, pero también de figuras de la aristocracia moderna. Se cuidó cada accesorio, cada joya, cada broche.
Meryl Streep también pidió usar colores que transmitieran madurez y poder sin caer en lo caricaturesco, y se negó a interpretar a Miranda como una "villana" superficial: su estilo debía ser elegante pero aterrador.
Andy en París y su consagración final
Andy aparece en la gala de Paris con un vestido verde oscuro de Valentino, collar de pedrería sutil, un clutch dorado y un maquillaje sofisticado y clásico que borra cualquier rastro de la chica que comenzó la película. Es, literalmente, su consagración visual: ahora es parte del sistema que antes criticaba.

Este outfit es importante porque marca el punto de quiebre del personaje. Ya no solo se viste con lujo, ahora lo encarna. Camina con seguridad, se mueve con gracia, entiende el código.
Pero a la vez, ese mismo look es el que lleva cuando se da cuenta de que ya no se reconoce a sí misma. Justo después de esa escena, Andy comienza a replantear sus decisiones, lo que añade una capa dramática al glamour.
Patricia Field explicó que el vestido fue elegido no solo por su belleza, sino porque permitía mostrar fuerza y vulnerabilidad a la vez. Y así, lo que parece solo un look espectacular se convierte en un símbolo de conflicto interno.
Nigel y su impecable estilo británico
Aunque no es protagonista, Nigel (interpretado por Stanley Tucci) tiene uno de los estilos más definidos de toda la película. Su look une la sastrería clásica inglesa con toques modernos: pañuelos de seda, trajes entallados, gafas de diseño y zapatos de charol.
Representa al profesional que vive y respira moda, pero sin caer en la ostentación. Cada prenda suya está cargada de buen gusto y experiencia.
Uno de sus mejores outfits aparece cuando acompaña a Andy en París. Usa un traje gris jaspeado con una corbata violeta y una camisa rallada que añaden color y texturas sin perder sobriedad.

El look demuestra que el estilo no depende solo de marcas, sino de cómo se lleva. Nigel es, en muchos sentidos, la conciencia moral de la película: entiende el sistema, pero también el precio de pertenecer a él.
El impacto en la moda real: de la pantalla a la calle
La influencia de “El diablo viste a la moda” se extiende mucho más allá de las salas de cine. Desde su estreno, el vestuario de la película se convirtió en una fuente inagotable de inspiración para diseñadores, marcas y fanáticos de la moda.
Uno de los aspectos más llamativos fue cómo la película consiguió convertir a prendas específicas en piezas de culto. Por ejemplo, los abrigos estructurados y los trajes de lujo usados por Miranda Priestly se vieron replicados en colecciones de alta costura tras su estreno.
El estilo de Andy también dejó huella. Los looks sencillos pero con toques de sofisticación que usa a lo largo de la película crearon una tendencia que se mantuvo durante años. El power dressing que le dio la película alcanzó una popularidad masiva, influenciando desde la moda de oficina hasta las pasarelas de los grandes diseñadores.
Conclusión
Los outfits de “El diablo viste a la moda” son mucho más que simples prendas: son una extensión de la identidad y los conflictos de los personajes. Cada look refleja su evolución emocional y profesional, y se convierte en una herramienta de storytelling.
A través de ellos, la película ha dejado una huella indeleble en la moda, inspirando a generaciones a experimentar con el estilo como una forma de expresión personal. Hoy, más de una década después de su estreno, los looks icónicos siguen siendo una fuente de referencia para la moda actual.